Mi abuela y la Luna

Cuando Galileo apuntó su telescopio a Júpiter y descubrió que éste tenía cuatro lunas, entendió que tenía por primera vez una prueba irrefutable de que la Tierra no era el centro del Universo -como la Iglesia y la ciencia oficial sostenían- porque para esas lunas Júpiter era el centro de su universo. Y si había dos centros, ninguno de ellos era EL centro.
Fue tal la conmoción que ese descubrimiento produjo -Galileo, hábil provocador, se encargó de desparramar su hallazgo a los cuatro vientos- que algunos profesores y teólogos se negaron a mirar por el telescopio alegando que era un instrumento del demonio, puesto allí para engañarlos y condenar sus almas.

Cuando conocí la historia me impresionó, porque me costaba creer que alguien pudiera negarse a comprobar con sus sentidos algo que era evidente. Pensé en lo difícil que debía ser para una persona formada durante toda su vida en una verdad, contrastar de golpe con algo que podía destruir esa certeza. Y pensando en esto, de repente me acordé de mi abuela y la Luna.

Apollo_11_first_step

Yo tenía nueve años cuando el Hombre llegó a la Luna, y lo recuerdo como si hubiera sido ayer.
El mundo se paralizó, y mi familia -como todas- se reunió alrededor del gigantesco televisor que mostraba las imágenes en blanco y negro. Mis padres ocuparon los sillones; mis hermanos y yo nos sentamos en el piso, y mi abuela… ¿Y mi abuela? Increíble: seguía haciendo las cosas de la casa.
-¡Abuela, vení que te vas a perder la llegada del hombre a la Luna!- le dije más o menos con estas palabras.
-¡Qué van a llegar! Son puras mentiras, engañan a la gente.- dijo y siguió pasando el plumero a los muebles, refunfuñando.
-¡Pero abuela, no te podés perder esto! ¡Mirá, ahí están en la pantalla, están bajando! ¡Mirá, mirá!-
-No voy a mirar, eso es pura mentira- dijo con un tono que no admitía más discusión. Así nos quedamos, y no podría decir qué me causó mayor asombro: si ver a Neil Amstrong caminando en la Luna, o a mi abuela -tan seria como indignada- dándole la espalda.

 

Acerca de Alejandro Tortolini

Docente, investigador, curioso empedernido.
Esta entrada fue publicada en Uncategorized. Guarda el enlace permanente.

Deja un comentario